El problema de la televisión infantil gira en torno a la imaginería colectiva que se ha generado, o adoptado, alrededor de la figura del niño como actor social, siendo que el concepto de infancia es relativamente nuevo y el modelo académico elaborado para su “sano” desarrollo se ha demostrado más que obsoleto.
Por supuesto, siempre ha habido niños, pero lo que se entendía por “infancia” o “niñez” no siempre ha permanecido claro a través de los siglos: la infancia es una invención desconocida en la Edad Media y ésta sólo se consolida bien avanzado el siglo XIX. El traspaso de un contexto que ignoraba las demandas de esta etapa prematura del individuo a uno donde se concibe al niño como un ser humano dentro de un proceso diferenciado al de los adultos que requiere de especial atención, fue en la concienciación de lo que el historiador Philippe Ariès llama como “sentimiento de la infancia”, a partir del cual empiezan a constituirse recursos concretos para el niño: un dormitorio, un espacio, juguetes, libros, entre otros.
La asimilación de esta nueva cultura infantil por parte de las diferentes capas sociales ha tardado siglos en ser entendida y aplicada, siendo que su aplicación en la actualidad aun se ve incierta, consecuencias que se evidencian en la construcción de una cultura para la infancia.
Cabe subrayar que este “para”, que determina la naturaleza del pensamiento de esa nueva cultura infantil, no es creada por los niños, sino por adultos que suponen los intereses del destinatario, intereses que, si bien defienden la propuesta ilustrada de concebir al niño como un miembro social que tiene que ser insertado en su sociedad, por otro lado, opacan su naturaleza perceptiva deshabilitando sus propios procesos cognitivos.
Caso Capitán Expertus.-
Para graficar el pensamiento previo, cito el reciente caso fallido del “Capitán Expertus”, programa que es un legado de lo que fue “Dr. Expertus” (SíTv, 1994), que sí rescata ligeramente cosas del anterior programa, pero que no representa un verdadero problema para quien recién se acerca al nuevo proyecto de Galo Recalde.
“Capitán Expertus” es una producción del canal Ecuavisa, transmitido cada sábado a las 20h00, donde “algunos capítulos van a durar una hora y otros 35 minutos” (Diario Expreso) dependiendo de la profundidad del tema, dicen. Está dirigido a niños, en teoría, pero su público es más bien familiar.
Siendo que antes era un programa educativo, exponiendo fórmulas, experimentos, representaciones históricas, etc., ahora busca ser un programa de corte comedia situacional (sitcom): una familia intergaláctica que tiene sus problemas en el futuro y que lucha contra villanos. “Está el Capitán Expertus con su asistente que es como una hija adoptiva: Simusina es una muchacha malcriada que siempre mete en problemas al capitán. Bungunala continúa con sus aventuras y está un robot Cacharro que es como el hermano menor, con sus problemas de que quiere ser un niño de verdad.” (Diario Expreso)
Los temas giran alrededor de los valores humanos y tienen un fuerte corte cristianizante. “Sentí que el Señor puso en mi corazón que era necesario hacer un producto con calidad y con valores. Entendí que mi propósito es alegrar el corazón de los niños y hacer un programa con muchos valores.”, confiesa Recalde en una entrevista al diario Expreso.
Cabe señalar que este programa gana un mérito especial al ser, quizá, el primer proyecto nacional con una preparación y puesta técnica considerables en sus decorados, maquillaje, vestuario, y el uso recurrente de la pantalla verde y los efectos especiales, para alcanzar el objetivo de representar un escenario futurista. Este programa gana porque enseña al productor audiovisual que se pueden generar otros escenarios que los ya conocidos.
El infante según Capitán Expertus.-
A pesar de declarar una ruptura con el programa anterior, es inevitable la insistente recurrencia para con el proyecto de 1994. El programa inicia con una breve explicación de la situación actual de Expertus, siendo que, incluso, sus personajes se repiten, como Bungunala. A esto se agrega la reiterada referencia al programa de 1994 evidente en las varias entrevistas realizadas a Recalde en varios medios de comunicación.
Por otro lado, su recurso narrativo se sostiene en la parodia, y es con esta con la que alimenta los subformatos que aplica a lo largo de cada programa: parodia a la música pop, parodia a los grupos musicales, parodia a los problemas familiares y sociales, parodia de noticiarios. El programa en sí es toda una parodia, y esto introduce una inquietud: el correcto uso de los referentes de los que se apropian para rellenar los sketches. Ante esto uno tiene dos alternativas, ser inteligente, o utilizar modelos vulgarizados, y este es el caso de Capitán Expertus, donde vemos como estos inserts cómicos son una banal copia de modelos anteriores, donde la risa fácil se sostiene a través de las malas bromas y la “enseñanza de valores” atraviesa el clásico gag del griterío, la exasperación, la chabacanería.
Este recurso de los modelos clásicos se ve incluso en las herramientas narrativas que utiliza, típico del modelo norteamericano de representación: el bueno, el malo, explosiones. Asimismo, el programa no incluye al niño social, al niño con sus propios problemas, su propia identidad. Trivializa las capacidades del infante al nivel de un individuo que sólo imagina mundos ficticios donde sólo lucha con enemigos.
Otro problema del programa es la banalización de ciertos íconos propios de la cultura y sociedad ecuatoriana. Insistir en Ecuador como un Tercer Mundo, o utilizar el nombre de alimentos típicos de la cultura banalizándolos con identidades de villanos, cuestiona su proximidad con un verdadero interés social y cultural.
El programa, además, tiene un corte cristianizante desde el cual parte su enseñanza moral. El resentimiento, la culpa, el perdón a través del castigo, la obediencia, esos son los valores que primeramente trasmite el programa. “Y como humano, Expertus falla. Uno de sus yerros ocurrió cuando él no consultó al Señor de las Galaxias y quiso hacer su voluntad, según uno de los capítulos de la serie.” (El Telégrafo)
Más allá del niño.-
Ciertamente la televisión infantil supera las básicas expectativas de crear personajes bombásticos de energía interminable y vidas infitinas. La cultura para niños generada poradultos se encuentra en esta disyuntiva respecto a su aproximación al niño. Tiene la opción de seguir los viejos modelos académicos obtenidos de este modelo ilustrado obsoleto, o empezar nuevos caminos en la forma de enseñanza lo que a su vez implica una mirada y un enfoque distinto al siempre apuntado con el lente.
La nueva televisión, aquella para niños y por niños, debe encontrar caminos para saber integrar las cualidades de su entorno social, de su identidad nacional, con la enseñanza y, fundamental, el entretenimiento a través del juego y la imaginación.
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